El paso de los años y los factores externos, como la polución, el sol o el estrés, afectan considerablemente al aspecto de nuestra piel. La falta de luminosidad, de hidratación y la aparición de arrugas son signos del envejecimiento que cada vez más personas buscan revertir a través de tratamientos y técnicas no quirúrgicas ni invasivas. |
El proceso natural del envejecimiento y ciertas enfermedades pueden dar como resultado una pérdida del volumen del tejido y de la protección de la estructura ósea, lo que se conoce en definitiva como la sensación de «almohadillado». En estos casos, el ácido hialurónico puede ser una solución pero también una medida paliativa.
Esta sustancia se encuentra naturalmente en nuestro cuerpo y su misión principal es absorber y retener agua y aportar turgencia a la piel. Se aplica en la dermis mediante microinyecciones, un procedimiento simple que permite recuperar la turgencia perdida de forma natural y discreta sin proporcionar un exceso de volumen que puede resultar antiestético.
Es la opción ideal para los surcos de alrededor de la nariz, de la boca y para la flacidez de los pómulos, así como para eliminar las imperfecciones de los labios.
La Luz Pulsada Intensa (IPL) tiene múltiples indicaciones: lesiones vasculares o pigmentarias, depilación, acné, rosácea o fotoenvejecimiento. Al igual que en el caso de los dispositivos láser, no debe emplearse en lesiones pigmentadas que no hayan sido valoradas previamente por un médico especialista en Dermatología.
El Láser CO2 fraccionado es el mejor láser para tratar arrugas, marcas, cicatrices, estrías o para rejuvenecimiento facial o rejuvenecimiento del escote.
El Láser CO2 está indicado cuando la piel está afectada por el paso del tiempo o por factores externos. Se utiliza para las pieles foto-envejecidas, con arrugas, manchas y pérdida de luminosidad en general. También para reducir y mejorar las cicatrices de acné, los párpados con flacidez, las estrías y cicatrices queloides o hipertróficas. Se aplica en cara, manos y escote, evitando recurrir a la cirugía.
El peeling es uno de los tratamientos más demandados en dermatología estética. Consiste en la aplicación sobre la piel de sustancias químicas queratolíticas que producen una descamación o exfoliación superficial (eliminación de células muertas), favoreciendo la renovación cutánea.
Su objetivo es mejorar la superficie cutánea envejecida o alterada por patologías inflamatorias consiguiendo una disminución de las arrugas y discromías, una correcta secreción de grasa y una buena consistencia, hidratación y luminosidad.
Sus ventajas: es simple y rápido de realizar, la mayoría de las veces no es doloroso, no precisa anestesia en la mayor parte de los casos y es más económico que otros procedimientos (como el láser ablativo).
Está indicado para el tratamiento de las arrugas y cicatrices superficiales, el acné vulgar y sus secuelas, las discromías pigmentarias, las queratosis actínicas y seborreicas, el acné rosácea y las estrías.